lunes, 16 de abril de 2007

Colony collapse disorder...hmm...me suena....


A finales del pasado mes de marzo saltaba la alarma ante la misteriosa desaparición de abejas, que habían dejado vacíos el 25% de enjambres estadounidenses.
En Alemania y España también se preguntaban qué ocurría a principios de este mes, y especulaban con la posibilidad de que los insecticidas, una enfermedad (varroasis) o incluso el calentamiento global, estuvieran matando masivamente a estos insectos.

Tras una investigación, científicos alemanes parecen tener la pieza sobrante que completaría el puzzle, y es más tecnológica que ninguna de las teorías presentada; según los investigadores germanos, las abejas están desapareciendo por culpa de la radiación que emiten los teléfonos móviles.
Desde Gran Bretaña se ha pedido que se profundice en la investigación ya que la paulatina extinción del insecto comienza a ser un problema acuciante para los apicultores británicos, según publica el Daily Telegraph.
Al parecer, la radiación interfiere en los sistemas de navegación de las abejas de modo que el 70% de las abejas expuestas a ella no son capaces de volver a la colmena tras haber marchado a buscar polen y néctar, según el informe publicado por la Universidad Landau.

Los investigadores están buscando una explicación convincente para explicar el Colony collapse disorder (CCD), esta misteriosa desaparición que hace que las abejas abandonen repentinamente sus colonias y desaparezcan para morir.

Esta desorientación explicaría que no se encontraran los cadáveres de los insectos, ya que podrían acabar muriendo en cualquier parte.
En Estados Unidos ya son 24 los estados afectados, cuyas pérdidas ascienden del 50 al 90% de las colonias.
Sin embargo, el CCD ha traspasado las fronteras de Norteamérica y ya es un quebradero de cabeza para los dirigentes europeos, que ven cómo se extiende por Polonia, Grecia, Italia, España, Portugal y Reino Unido.
John Chapple es uno de los primeros apicultores londinenses y ha alertado de que 30 de sus 40 colmenas están vacías y, además, las restantes han llegado a perder hasta el 75% de las abejas.
Las asociaciones de apicultores prefieren mostrarse cautos ante esta revelación y consideran que hasta que no se haga un estudio a gran escala será difícil estar seguros de que la radiación sea la verdadera causante de la desorientación y muerte de estos insectos.

viernes, 13 de abril de 2007

Feliz noticia


Un grupo de científicos ha contemplado por primera vez en la historia al Cuco Terrestre de Sumatra, un pájaro que se creía extinguido y que los ornitólogos nunca habían observado vivo.
Tras un año de intensa búsqueda, por fin un grupo de investigadores de la organización internacional Sociedad para la Conservación de la Fauna y Flora (WCS, por sus siglas en inglés) ha logrado ahora hallar varios ejemplares de este animal, cuyo último registro científico data de 1916.
Según el ornitólogo Nick Brickle, "éste es un pájaro muy desconocido. Es endémico de Sumatra y sólo se le conoce por la existencia de ocho ejemplares, recogidos muertos hace casi un siglo y que se conservan en varios museos".
Al parecer, fue un cazador quien atrapó accidentalmente un ejemplar en una trampa y en 1997 lo dejó en libertad después de hacerle una foto. Pero la aparición del cuco no fue difundida hasta hace tres años, cuando alguien vio la foto y reconoció en ella al animal extinguido.
El cuco indonesio es carnívoro y su presa favorita son los lagartos, aunque también come ratas, larvas, ranas y gusanos. Tiene plumaje negro, piernas robustas, pico verdoso, alrededor de medio metro de longitud, una larga cola y una mancha violácea y azul alrededor del ojo.
Pertenece a la familia de los Cuculidae, la mayoría de cuyos miembros son aves conocidas por la peculiar costumbre de poner sus huevos en el nido de otros para que otro pájaro se ocupe de criar a sus pichones.
El Libro Rojo de Aves en Peligro califica al Cuco de Sumatra (Carpococcyx Viridis) como una especie "en peligro crítico" de extinción y de la que quedarían menos de 50 ejemplares.
Hace un año pusieron en marcha un proyecto para encontrar al cuco. Colocaron una treintena de cámaras en las ramas de los árboles, equipadas con un sensor infrarrojo sensible al movimiento que hace que se disparen cuando algo pasa frente a ellas. Pero estos aparatos no lograron captar imágenes de estas aves durante meses.
Finalmente, un cazador cazó involuntariamente un ejemplar. El cuco fue inmediatamente trasladado a un centro veterinario para curarle la herida y, durante ese período, los expertos pudieron grabar su canto.
Ahora, los científicos se proponen utilizar las grabaciones para localizar otras comunidades de cucos, tratar de garantizar su supervivencia y hacer una estimación del número de ejemplares.

viernes, 16 de marzo de 2007

Introducción



Los más expertos dicen que la rapaz ya tenía el pájaro atrapado.